lunes, 10 de diciembre de 2012

El 2012 en discos

Los sonidos fueron y vinieron en este 2012, he aquí una lista de los que se quedaron. Por cierto, si le dan clic a la imagen, el link los lleva a lo que para mí es la mejor canción de cada disco.


10. Dean Blunt & Inga Copeland - Black is Beautiful


No sé qué decir. Escúchenlo, este disco es como sumergirse en el sueño de un basquetbolista alcohólico y desempleado en los noventa. Extrañamente, es una de las mejores experiencias musicales que he tenido en este 2012. Y recuerden, "when white people tell other white people they can't have sex, they become teenage rebels".


9. Japandroids - Celebration Rock



¿Se acuerdan cuando escuchábamos punk para lelos y bailábamos como si estuviéramos encontrando el sentido de nuestras vidas? Pues los Japandroids sí se acuerdan. Con sus himnos y sus guitarras nos regresan a esa época puberta en la que sólo sabíamos que estábamos vivos porque existía el punk rock. Celebration Rock es un gran título, porque esta música es sólo eso: música de puños alzados, celebración de nuestros cuerpos, de nuestra energía. Es un recordatorio de que, sin importar los años que nos caigan encima, siempre vamos a ser jóvenes.



8. Lower Dens - Nootropics


Un nootrópico es una droga que, por decirlo así, intensifica la mente. Nootropics es sobre todo culminante, siempre elevándose hasta lo más alto del espíritu a través del reverb, las baterías repetitivas y la mística voz de Jana Hunter. Su voz, constantemente ascendiendo, alcanza tonos que nos ponen la piel chinita y nos llevan a un estado como de clímax nootrópico. Este disco me hace pensar que tal vez ésta sea la nueva experiencia psicodélica. Les digo muchachos, ya no se hace música así.



7. Lone - Galaxy Garden



Lone es uno de los mejores lanzamientos que dio la disquera R&S este año, el único sello que en mi opinión se mantiene novedoso cuando de música electrónica se trata. Galaxy Garden es alentador, rápido, actual y extremadamente complejo. Detrás de las baterías frenéticas y los loops vocales como salidos de otra década, hay toda una visión estética que en esta época de sintetizadores y fiestas resuena como algo inusualmente fresco e innovador, aunque todavía no se deje bien en claro a dónde se dirige.


6. The Men - Open Your Heart


El año pasado, The Men destrozaron oídos con su debut. Este año, su sonido es más enfocado pero igualmente desesperado, pues ahora los neoyorquinos usan fórmulas más tradicionales para canalizar su liberación. Open Your Heart es una explosión de cantos de sofá al mediodía y riffs de motocicletas descompuestas. En esta época, es bueno escuchar música hecha con tal desinterés, con esta necesidad desesperada de destruir y restituir la energía milenaria del rock'n'roll. There are no mirrors here, do what you want be who you want to be.


5. Crystal Castles - III



Este año, Crystal Castles volvió con la tercera edición de su catálogo de exploración del mundo subterráneo. Sus nuevos beats son los de una fábrica abandonada, sus texturas rozan los puntos más oscuros del baile; toda  la música de III representa ese momento en el que no sabes si sigues bailando o si ya te desmayaste. Los asaltos de 8-bits y la agresividad neurológica que caracterizaron los primeros dos discos ya no son tan explícitos; ahora Alice Glass y Ethan Kath parecen poseídos por la oscura violencia de su música. Líricamente, lo que antes eran consternaciones un poco superficiales sobre el siglo XXI, ahora son verdaderos gritos inhóspitos de desesperación. El mensaje que dejan es muy claro: SELL YOUR BONES AS IVORY. Piénsenlo.


4. Grizzly Bear - Shields




Shields es un disco que flota tanto lírica como musicalmente alrededor de la soledad, un concepto que le va muy bien al estilo de Grizzly Bear; un estilo íntimo, elegante y muy personal. Han consumado sus capacidades teatrales y la ambigüedad que tanto distingue su personalidad artística para llegar con una producción tan hábil como profunda. Cada miembro ha encontrado su propia voz y ahora se expresan independientemente, apropiándose por primera vez de su sonido que antes parecía algo incierto e inseguro. So bright, so long / I'm never coming back, dice la última línea del disco, mostrando que Grizzly Bear nace y muere en cada disco, que están en constante búsqueda de sí mismos a través de la música pero que nunca miran atrás, y eso merece un aplauso.

3. Beach House - Bloom




Cuando escuché las campanas de Myth, sentí ese orgullo de quien siembra una planta en su jardín y la observa crecer. Bloom es un nombre muy apropiado, pues es como si los otros tres excelentes discos hubieran sido solamente el sendero para llegar a esta última floración de vida e infinito (∞). La voz de Victoria Legrand es más madura, más viva, más fuerte, más melancólica; mientras que los arreglos siguen despertando ese mundo perdido de ojo de pescado que sólo Beach House puede crear. Ahora queda esperar a ver qué sigue después de florecer, pues la flor de Beach House está en su máximo esplendor y no parece querer morir.



2. Actress - R.I.P.



A diferencia de sus discos pasados, R.I.P. es algo inesperado, fuera de sí. Éste es el lado filosófico, sobrio y calculador de Darren Cunningham (Actress). En sus canciones más texturales (¿existe esa palabra?) tengo la impresión de que a través de sus ruidos está comprimiendo ideas, libros enteros, edificios, conversaciones. Todo lo envuelve en finas e imperceptibles capas de sonido que recuerdan a los mejores momentos de la música electrónica. Rara vez nos llega entre tantos beats baratos un genio de este nivel: un artista capaz de aludir hasta a lo imposible con la ayuda de pequeños sonidos. Concluyo con esta cita de una reseña de R.I.P.: "Actress, toma mis bragas, tuyas son, mías no."


1. Kendrick Lamar - good kid, m.A.A.d city



A veces parece mentira que lo único que necesitas para ser escuchado es tener algo que decir. A los 25 años, Kendrick Lamar posee una lucidez impresionante, lucidez combinada con una sensibilidad única que lo hace resaltar entre tantas nubes de THC y raperos mediocres. Su debut discográfico se compone de llamadas telefónicas, múltiples voces, historias callejeras y metáforas chiclosas que parecen sacadas de una noche en un cuarto de hotel barato (If I told you that a flower bloom in a dark room would you trust it?). La producción decora el mundo subterráneo de Kendrick con samples y beats que materializan los escenarios del drama norteamericano de good kid, m.A.A.d. city, remontándonos a calles solitarias y estacionamientos vacíos, imágenes que nunca dejan de ser provocadoras en este mundo tan desprovisto de escenarios reales.

Al juntarlo todo, tenemos en nuestros oídos un testimonio artístico que rompe con las barreras que hay entre una rima y una novela, entre los beats y los veinticuatro cuadros por segundo del cine. El subtítulo del disco es A Short Film by Kendrick Lamar, y eso dice suficiente para ejemplificar a lo que me refiero con romper barreras. Kendrick Lamar demuestra que lo que él busca de su música no sólo es hacer buenas rimas, es también adentrarse en una trascendencia artística que pasa por encima de todos los estereotipos que hay sobre el hip-hop. Todo para terminar preguntándose si ha sido suficiente su esfuerzo: Now am I worth it? / Did I put enough work in?. Para mí, sí fue suficiente, más que suficiente.



YA BISH

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