martes, 25 de septiembre de 2012

EL RECICLAJE

Desde las dramáticas (o absurdas) profundidades de los 2000s, tenemos a varias figuras prominentes, entre ellas la figura bastante prescindible de Ariel Pink: un joven que quiere ser un rock star pero no aguanta tocar en un escenario con más de cien personas viéndolo. Hasta hace algunos años, su objetivo como artista era el de hacer música horrible. Sin embargo, detrás de la baja fidelidad y las guitarras mal afinadas, se escuchaba la verdadera extrañeza de Ariel Pink. Podría pensarse, al escuchar sus discos pasados como Worn Copy (¡muy adecuado el nombre!) o The Doldrums (disco en el cual Pink hizo todas las percusiones con su boca), que estamos escuchando un cassette de algún fracasado en los ochenta que jamás pudo lograr el gran salto al sello discográfico por su falta de habilidad. Ariel Pink es un masoquista de los buenos: regocijándose en su incompetencia musical y burlándose constantemente de su propia humillación. En el 2012, lo bello es aburrido, preferimos lo aborrecible. Diciéndolo con otras palabras, y tal vez algún fundamentalista al que tengo toda la intención de ofender me apedree por decir esto,  si hoy en día surgiera un nuevo Pink Floyd, nadie lo escucharía y todos preferiríamos la ineptitud de Ariel Pink. 

En fin, en el 2012, Ariel Pink hace música más digerible, más 'pop' y menos lo-fi, más fresa, por decirlo en términos universalmente chilangos. Este año, sacó el disco Mature Themes en la disquera (¡sí, sorprendentemente se unió a una disquera!) 4AD. No voy a dedicarme a hacer una reseña de todo el disco, prefiero más bien enfocarme en una canción que me llevará al punto principal de esta entrada. Se trata del primer sencillo del disco, Baby. Originalmente, esta canción fue escrita en 1979 por estos dos. Con letras tan comprensibles sobre agarrarse de las manos y 'hacer el amor' bajo las estrellas, Baby se vuelve, 33 años después, una nueva propuesta bajo la ronca voz de Ariel Pink, haciendo que pase la prueba del tiempo y se vuelva, digámoslo así, atemporal. Es un sencillo homenaje a la canción en el que resalta una característica muy esencial de la actualidad: la inclinación por decir algo aunque ya se haya dicho antes y muchísimas personas lo hayan escuchado; la diversidad de significados a través del tiempo. Lo que en 1979 pudo no significar nada, en el 2012 se vuelve una joya. Ariel Pink recicló un sentimiento y lo canta con tanta emoción que parece que él escribió la canción, volviéndola así el punto cúspide de Mature Themes

(perdonen la horrible versión, pero es el único registro de esta canción en YouTube.)


Ahora viene lo interesante. En mayo de este año, Dean Blunt e Inga Copeland, Hype Williams, sacaron un disco llamado Black is Beautiful. No fue un álbum muy apreciado, pero a mí me encanta por su extrañeza, porque parece que es un disco de otro planeta. La canción titulada 2 es --¡sorpresa!-- Baby. Esta canción viajó en el tiempo, dos veces. Lo importante es que, lo que en 1979 era una mera curiosidad sin importancia, un centavo en el desierto, en el 2012 se volvió el centro de composición para dos bandas de distintos ambientes. Hay algunas diferencias: Ariel Pink hace especial énfasis en repetir dos veces la frase "Holding hands and making love", mientras que el dúo interplanetario sólo la menciona una vez, además de suprimir la segunda estrofa en su versión. Dean Blunt e Inga Copeland utilizan sintetizadores y tambores algo rudimentarios; parecen enfocarse más en la parte de interpretar la misma canción dentro de un nuevo contexto. ¡Gran detalle entonces que omitieran el repetir dos veces ese verso tan cursi!  Por otro lado, Ariel Pink parece interesarse más por la canción en sí, manteniéndose fiel a la original con el único cambio siendo la energía de su voz que le brinda un toque más actual a la composición. Y ahí es donde radica la magia. Esta canción es reciclada 33 años después de su creación por dos artistas muy ajenos entre sí que se interesan por cosas completamente distintas de la original: Ariel Pink la mantiene como una canción de amor aparentemente personal mientras que Dean Blunt e Inga Copeland la vuelven una meditación electrónica sobre el reciclaje. Una sola canción vuelta dos gracias a los distintos niveles de interpretación de dos artistas con ambiciones bastante opuestas.


Podríamos decir que aquel título del disco de Ariel Pink (Worn Copy) es la síntesis de esta nueva tendencia que parece estar sometiendo a la música: la del reciclaje, la de las copias gastadas. 

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